Todo era normal. Sólo parecía una excursión más, pero no lo fue. Un viernes soleado de Febrero asistimos a un recorrido en el que descubriríamos la Zaragoza Renacentista, que, aunque puede que hayamos paseado por ella, resultó mucho más interesante debido a que además conoceríamos la historia del “Lazarillo de Tormes”.
El paseo duró aproximadamente dos horas y en él supimos al detalle de cada monumento que formaba parte de esa época.
En primer lugar, visitamos la Lonja, de la cual nos explicaron que antiguamente era el mercado donde se compraban o intercambiaban productos. Dentro pudimos observar lo inmensa que era y, además obtenía el escudo de Carlos V esculpido en una de sus paredes.
Más tarde, nos detuvimos en “La Casa de la Real Maestranza de Caballería” donde nos informaron de la forma en la que se hacían las casas de aquellos tiempos. También tuvimos el placer de visitar “El Palacio de Montemuzo” en el cual sus enormes cristaleras en el techo proporcionaban gran luminosidad al interior. Y, unos instantes después, con gran suerte, pudimos ver algunas de las tantas obras que componían “El Museo de Goya”.
Cada una tenía una historia distinta y relataban a la perfección las escenas. Finalmente, entramos en “La Basílica del Pilar”, que aunque hayamos estado cientos de veces, esta era para contemplar al detalle pequeñas estatuas en las que jamás nos habíamos fijado.