Convivencia, diversión, espíritu de superación

Un año más, nuestros peques esperaban con ansia la Peque olimpiada. Un año más, sus ojos, sus nervios delataban lo importante que era para ellos este evento, soñaban con mostrarnos a cada uno de nosotros, padres, abuelos, yayos y a todos sus seres queridos que formamos parte de su mundo, que se van haciendo mayores, que pueden vencer nuevos retos y querían enseñarnos lo frágiles y fuertes que pueden ser, con sus carreras, sus saltos ...
Aquí comienzan a darse cuenta de que lo difícil puede ser fácil si se intenta. Como nos recordó Loris Malaguzzi, “el niño tiene cien lenguas, cien manos, cien pensamientos, cien maneras de pensar, de jugar y de hablar, cien, siempre cien maneras de escuchar, de sorprenderse, de amar, cien alegrías para cantar y entender, cien mundos que descubrir, cien mundos que inventar, cien mundos que soñar. El niño tiene cien lenguas (…), pero se le roban noventa y nueve (…)”.
Y allí, otro año más, estaba nuestra querida mascota, la tortuga Carlota, para recordamos a todos, pero especialmente a ellos, ansiosos de aprender, que se puede ser diferente, que se puede intentar realizar las cosas de cien formas diferentes, pero que todos las podemos realizar. Lo importante es soñar y luego intentar hacer nuestros sueños realidad.
Para ellos lo importante no era la medalla, el jugar, el correr o el meter un gol, era poder demostrar a sus seres queridos, a su mundo, a sus ídolos (que somos nosotros), que lo pueden hacer y que lo están haciendo, que se están enfrentando aunque lúdicamente a retos importantes, sin miedo al fracaso, sin vergüenza, sin importarles otra cosa que no sea que estemos orgullosos de ellos.
Del mismo modo, para nosotros lo importante no es que nuestros hijos salten más o que sean los primeros; para nosotros lo más importante es verlos felices y ver que cada día se superan un poco más alcanzando nuevas metas de las que nos sentimos muy orgullosos.
Estos momentos no serían posible sin la magia de las madres y padres de la APA, que día a día nos enseñan de manera silenciosa, que la magia se crea, se crea con trabajo, con ilusión, con ideas y sobre todo con el convencimiento de que la felicidad de nuestros pequeños “Coras”, depende de nosotros, de nuestro esfuerzo y del tiempo que les dediquemos.
Un padre agradecido a los Magos de la APA.
El espíritu olímpico de la pequeolimpiada

…Nervios, sorpresa…alegría, prisas, emoción, satisfacción, fracaso, ganar, perder, jugar…participar…competir…superación…risas, llantos, cansancio, esfuerzo, equipo, premio…¡¡y mucho más!! Todo esto resume el espíritu olímpico de la pequeolimpiada.
¡Qué bien lo pasamos todos! Grandes, pequeños, medianos…todos expectantes, curiosos por enfrentarse a lo desconocido, diversión asegurada gracias a los más pequeños del colegio (Ed. Infantil) que disfrutaron durante tres tardes de las diferentes pruebas pequeolímpicas preparadas por la APA y sus incondicionales colaboradores. Se trata de juegos tradicionales de toda la vida…de los que pocas veces nos acordamos, eclipsados por las tabletas, ordenadores, videoconsolas, etc.
Las pruebas son tan sencillas como jugar con globos, tirar balones a portería, pelotas de ping-pong con cuchara, carreras de sacos, baile de la silla, carreras de relevos… En cada curso se les pide un nivel de exigencia acorde a su edad. Se animan entre ellos, rivalizan, compiten, conviven, se divierten…se trabajan valores que se complementan en el deporte, en sus clases, en su entorno infantil, en sus pequeñas y muy intensas vidas. Una experiencia enriquecedora e inolvidable, tanto para los participantes como para el entregado público que viene a animarles. Contamos con el apoyo importantísimo de nuestra querida mascota Carlota, una tortuga cedida por Special Olympics Aragón, asociación que promociona y fomenta el deporte para personas con discapacidad intelectual y que simboliza la constancia y el esfuerzo para lograr un objetivo.
¡Qué entrañable diferencia vemos entre los equipos de tercero (comprenden las pruebas, controlan sus movimientos, empiezan a despuntar en picardía y seguridad), los de segundo (obedientes, rápidos en ejecución, impacientes, disfrutan) y los de primero (inocencia pura, impredecibles, imprevisibles, tiernos, encantadores).
Gracias por darnos la oportunidad de disfrutar de estos momentos; como espectadores, como organizadores, como educadores, gracias por hacernos pasar un rato tan agotador (por el esfuerzo físico realizado) y tan gratificante, recibiendo a cambio, como recompensa, ese abrazo, esa mirada, ese gesto de felicidad que brilla en sus dulces rostros al entregarles su merecida medalla de oro. ¡¡Gracias campeones!!