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Jornadas Solidarias Corazonistas (Invasión de bizcochos)



No sé a quién se le ocurrió la apetitosa idea de endulzar la semana solidaria del cole con un bizcocho, pero la invitación se ha convertido en una auténtica invasión. Ya desde el primer día, lunes 12, a primera hora de la mañana, cuando empezaron a entrar de puntillas y con sueño,apenas encendidas las luces, los primeros bizcochos en la cafetería, no han parado de llegar por oleadas, por la mañana y por la tarde, de todos los colores, tamaños, y sabores: grandes, pequeños, planos, esponjados, redondos, cuadrados, en miniatura, con bolitas, con palitos de chocolate, envueltos en interminable aluminio, de una capa, con estratos, de chocolate, de naranja, de múltiples sabores,… todo sea por la Solidaridad que nunca fue tan deliciosa.


-¡ A un euro, oiga, a un euro!

-¡Para mí ese negro con refuerzo de chocolate, porfa!

-¡Eh, yo quiero ese grande con sabor de naranjito! ¡Gracias!

-¡ A mí ponme dos, de esos de colorines…!

Y así, la cafetería se ha convertido esta semana en un ir y venir de bizcochos que entraban enteros y salían a las 11.00 en porciones, -tras abrirse paso entre una multitud de brazos, codos y manos que pujaban por hacerse con una buena ración - despedazados por un sinfín de mandíbulas que, en silencio o con palabras apenas audibles en un paladar abarrotado, trituraban frenéticamente cuanto se ponía a su alcance,acabando con ellos en menos que despierta un gallo, a cantar no le daba tiempo. Vistos y no vistos.



A media tarde, las segundas oleadas invasivas de bizcochos han sido tan espectaculares como las primeras de las mañanas, si bien los pequeños han sido un poco menos impacientes - sus estómagos son más pequeñitos y sus dientes un pelín menos incisivos -, pero sus mandíbulas, no menos efectivas, acompañados de papás y abuelos quienes han aprovechado la ocasión para saltarse las órdenes médicas con la excusa de una buena causa y un humeante café bizcochado.



Visto lo visto, y tras quedarme con la boca abierta por tan sorprendente y masiva puesta en escena, sólo cabe felicitar y agradecer con un “¡Muchas…veces!” a los cientos de hornos que han hecho posible esta maravillosa invasión de bizcochos, llenando el ambiente de aroma de infinitas porciones de arte culinario, de cariño y de dulce Solidaridad.



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